El arte de donar
Tras el llamado realizado por Bill Gates y Warren Buffett para que multimillonarios donen la mayor parte de sus fortunas a causas benéficas, ¿se animarán los empresarios peruanos a compartir parte de sus fortunas?
Por: Iana Málaga
Lunes 23 de Agosto del 2010
No sería atrevido decir que es la campaña mediática más desprendida de los últimos años. Como se recuerda, en julio pasado Bill Gates y Warren Buffett realizaron un llamado para que, así como ellos, los hombres más ricos del mundo donen al menos la mitad de sus fortunas a organizaciones benéficas, ya sea en vida o luego de morir.
Solo hay que revisar la página The Giving Pledge (givingpledge.org) para darse cuenta que este pedido ha sido escuchado. Hasta al momento 40 multimillonarios –entre ellos Paul Allen, George Lucas y David Rockefeller– se han unido de forma explícita a este causa.
Sin embargo, la propuesta es criticada en Europa por dos motivos: Ninguno de los magnates ha dicho hacia qué tipo de proyecto benéfico irán sus fortunas o cuándo harán efectivas sus donaciones, y por otro lado, se pide a los millonarios que antes que donar cambien su actitud y dejen de realizar prácticas que quiten dinero al fisco.
Cynthia Sanborn, directora del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, explica que la filantropía “consiste en dar de forma gratuita y completamente voluntaria dinero, bienes, tiempo o experiencia a un grupo de personas que necesitan cubrir ciertas necesidades básicas”. Tampoco se debe esperar una recuperación de la inversión, pues precisamente para llamarse filantropía debe haber un acto de desprendimiento.
Conviene además hacer una diferencia clave entre la voluntad de un empresario de donar dinero porque se ha comprometido con una causa social (como impulsar la educación, combatir la desnutrición o las enfermedades crónicas) y las acciones de Responsabilidad Social Corporativa de sus firmas que, si bien persiguen un fin social, también buscan posicionar la imagen de la empresa.
Por ejemplo, en la reciente Teletón 2010 en el país se logró superar en 75% la meta de S/.2 millones prevista para este año, pero vale la pena preguntarse qué tanto del total recaudado provino de los excedentes de determinadas compañías y cuánto de los bolsillos de los empresarios peruanos a quienes les vendría bien hacer más filantropía individual para fortalecer la imagen que tienen ante la sociedad peruana.
EL CASO PERUANO
Pero a nivel local también han habido esfuerzos. Así como la reunión que tuvieron Bill Gates, su esposa Melinda Gates y Warren Buffett para discutir qué tanto porcentaje de sus fortunas se iba a destinar a causas sociales, en el Perú hubo una similar a menor escala. En el año 2007 los líderes de las grupos Romero, Brescia y Benavides se reunieron para discutir cómo mejorar la calidad educativa del país, pues habían comprendido que mientras más peruanos alcancen niveles de aprendizaje satisfactorios, la competitividad del país crecería. No se sabe cuáles fueron los puntos exactos que se tocaron en esta
reunión de camaradería, pero sin duda la iniciativa generó rápido eco en otros gerentes y directivos que al año siguiente constituyeron Empresarios por la Educación (EXE), asociación que hasta el año pasado había recaudado S/.37 millones en aportes pecuniarios de más de 30 compañías en el Perú para solventar proyectos que buscan mejorar las competencias de los maestros y elevar los niveles de aprendizaje en las escuelas públicas.
“Consideramos que la educación era un tema que debía de ser prioritario en nuestras agendas tras notar que muchas personas no contaban con las competencias necesarias que se requiere en las empresas”, afirma José Miguel Morales, presidente de Empresarios por la Educación.
Basada en distintas investigaciones de la Universidad del Pacífico sobre el tema, Sanborn asegura que la tendencia de los empresarios en el Perú a donar bienes o trabajo voluntario viene aumentando. “Hemos observado un creciente número de ejecutivos que donan parte de sus recursos a proyectos que buscan atacar ciertos problemas sociales”. Y esto lo vienen haciendo de forma directa o mediante fundaciones con nombre propio que ellos mismos crean para una causa específica.
Allí tenemos a Antonio Custer que en 1998 creó la Fundación Custer para ayudar a niños de bajos recursos y con dificultad para el aprendizaje; la Asociación Ferreyros, que desde 1997 organiza la CADE Universitaria; o la fundación que preside Carlos Rodríguez Pastor (líder de Interbank), la cual ha invertido fuertes sumas de dinero en mejorar la calidad educativa en escuelas públicas en diferentes zonas del país. Pero todavía son muy pocos los ejemplos.
NO CONFUNDIR
En este punto conviene cuestionarse a qué nivel llega la motivación desinteresada de los ejecutivos de apoyar a los más pobres. Por ejemplo, Henri Le Bienvenu, gerente general de Perú 2021, hasta hace unos años muchos gerentes podían comprometerse a destinar dinero para ayudar a un grupo de desvalidos, pero cuando no veían que esto podía acabar con la raíz del problema, el apoyo se cortaba repentinamente.
No obstante, Carmen Marina Cuba, directora ejecutiva de United Way Perú (asociación que ayuda a las empresas a mejorar su inversión social), advierte que el referido hecho ha generado que en el sector empresarial se “menosprecie el término filantropía” por asociarse a acciones cortoplacistas que no producen indicadores de impacto positivos. “Igual siempre hay organizaciones que no tienen capacidad administrativa para iniciar proyectos que demuestren a los empresarios que hay un retorno a la inversión”, dice. En otras palabras, no se puede pretender ser sostenible en el tiempo si no se atacan primero las necesidades básicas de las poblaciones más vulnerables.
A TÍTULO PERSONAL
Inés Temple, presidenta de DBM Perú y DBM Chile, opina que si bien hay cada vez más altos ejecutivos que a título personal donan dinero a una ONG, participan en cenas benéficas o se comprometen con una causa social, estos son la excepción. “Muy pocos empresarios apoyan causas filantrópicas con un esfuerzo consistente y organizado o como una conciencia de retribuir a la sociedad”, indica.
Eso lo puede corroborar Milo Stanojevich, director de Care Perú, organización mundial de ayuda humanitaria que en este país se sostiene gracias a la cooperación internacional y el aporte que proviene del Programa Minero de Solidaridad con el Pueblo (PMSP), que se creó en el 2007. “A diferencia de otros países, en el Perú es muy difícil levantar fondos y el 80% del dinero que se recauda cada vez que hay una emergencia se logra en los primeros días a través de toda una campaña mediática”, asegura. ¿Acaso las mayoría de las empresas donan como una estrategia de márketing que les permita fidelizar consumidores?
¿CUÁNTO SE DONA?
Sanborn manifiesta que todavía estamos lejos de asemejarnos a los países anglosajones, donde la filantropía se ha institucionalizado a través de fundaciones que se encargan de aliviar las necesidades de los más pobres con indicadores de impacto definidos. “Y se trata de un problema que se repite en casi todos los países de América Latina”, apunta.
Precisamente, eso impide saber a ciencia cierta cuál es el monto de las donaciones totales que cada año hacen las empresas o las personas naturales en el Perú, porque no todos los benefactores se inscriben en el registro de donantes de la Sunat por tratarse de un proceso engorroso que obliga a presentar estados de cuenta al donante y a quien recibirá la ayuda. Y ello a pesar que existen beneficios tributarios para quienes donan con fines culturales y educativos (se descuenta el 30% del total del aporte con un tope de 10% de los impuestos por pagar).
Claro que se trata de un tema discutible pues, como indican los expertos, esto también distorsiona la naturaleza de la donación que debería realizarse sin que se espere una reducción del impuestos. “No se trata de quitarle al Gobierno para darle al otro o pagar menos tributos. El aporte debería demostrar un acto de desprendimiento de parte del bolsillo de la persona y no de las utilidades de la compañía”, considera una ejecutiva que prefirió mantener su nombre en reserva y dona de sus ingresos US$1.200 al año a la red de donantes voluntarios de United Way que hoy reúne a 15 empresarios que donan de sus propios recursos para apoyar a niños de escuelas de educación inicial.
Como ya lo dijo Inés Temple, deberíamos acercarnos hacia una cultura donde ejecutivos y personas de todo nivel se definan por proyectos que apoyen desinteresadamente una causa con el dinero que tienen a la mano. Sería interesante que los empresarios con nombre propio sean reconocidos porque donaron un hospital o una obra de infraestructura. Como sucedió con el Puericultorio Pérez Araníbar, el Hospital Larco Herrera o con la reciente remodelación del Museo de Arte de Lima.
Como indica María Teresa Normand, gerente general del MALI, la reconstrucción de la primera planta del museo se logró con un aporte privado de S/.3 millones; y tanto la sala de fotografía como la sala de dibujo y costumbrismo hoy llevan, respectivamente, el nombre de Juan Bautista y Carlos Verme, así como el de la Familia Custer Hallett. “Para cada una de estas salas se logró una donación de US$150.000”, precisa. Asimismo, hoy el MALI tiene un programa que permite a cualquier persona financiar una butaca (por US$850)que llevará su nombre a lo largo del tiempo. “Hasta el momento 70 personas han financiado una de ellas. Se trata de padres de familia, ejecutivos o personas interesadas en la cultura”, detalló.
“Y no importa que esto se haga de forma pública, sino que la obra permanezca”, concluye Inés Temple
Resumen
El arte de donar
Tras el llamado realizado por Bill Gates y Warren Buffett, las donaciones han ido en incremento. En Perú esto lo vienen haciendo de forma directa o mediante fundaciones con nombre propio que ellos mismos crean para una causa específica. Conviene además hacer una diferencia clave entre la voluntad de un empresario de donar dinero porque se ha comprometido con una causa social (como impulsar la educación, combatir la desnutrición o las enfermedades crónicas) y las acciones de Responsabilidad Social Corporativa de sus firmas que, si bien persiguen un fin social, también buscan posicionar la imagen de la empresa. En este punto conviene cuestionarse a qué nivel llega la motivación desinteresada de los ejecutivos de apoyar a los más pobres. La mayoría de las empresas donan como una estrategia de marketing. En el Perú se cuestiona también que para quienes donan con fines culturales y educativos (se descuenta el 30% del total del aporte con un tope de 10% de los impuestos por pagar). Esto distorsiona la naturaleza de la donación que debería realizarse sin que se espere una reducción de los impuestos. En este sentido se debería tener en cuenta el concepto de FILANTROPIA.
Alumna: Clede Salinas Antezana